Continuamos con la semana especial Pikmin 4 hablando de una entrega muy querida por la comunidad, una además considerada de las mejores del catálogo de GameCube y hasta la mejor entrega de la saga, aunque a nivel personal tengo que decir que es la que menos me gusta, pero todo a su tiempo.
Poco después de regresar a su planeta, Olimar pasa por Hocotate S.L., su lugar de trabajo, todo para conocer la noticia de que la empresa perdió mucho dinero durante su ausencia, y el Presidente no tuvo más remedio que pedir un préstamo para salir adelante, pero estos gastos son muy elevados, llegando a la cantidad de 10.100 pokos.
De hecho es bastante irónico cómo se llevan tu nave, la que tanto nos costó reconstruir en el primer juego y que era un elemento clave de la historia, para darte una nueva. Como si te dijeran “lol, ok”. Es entonces cuando Olimar, sorprendido por la noticia, suelta una chapa de refresco que recogió como regalo para su hijo.
Esta se para delante de Luis, “empleado local” como indica el subtítulo, que la admira sorprendido. La nave registra el objeto y lo valora en un tesoro que vale 100 pokos. El Presidente entonces pide (por no decir obliga) a Olimar y a Luís a volver al planeta para recoger más tesoros y así pagar la deuda. Así comienza Pikmin 2.
Tras llegar al planeta se tiene que realizar un aterrizaje forzoso debido a un accidente en el que Luís se separa del grupo, lo que da comienzo a un tutorial sobre cómo jugar y alternar entre los dos personajes. Porque uno de los platos fuertes de este juego es el control de dos personajes, lo que daría mucha vida al título, pero que desgraciadamente se queda más en una molestia que en otra cosa.
Antes de entrar en detalles, vayamos por partes. Pikmin 2 se juega prácticamente igual que su predecesor, los Pikmin se crean de la misma forma, tienen las mismas habilidades con la excepción de los amarillos que ahora son inmunes a la electricidad, y el objetivo sigue siendo llevar objetos a la nave, en este caso para tasarlos y pagar la deuda.
Se unen dos nuevas especies de Pikmin, los morados, que son más fuertes, más pesados y tienen la fuerza de 10 Pikmins, y los blancos, más ligeros, pueden desenterrar objetos ocultos y envenenar a los enemigos que se los coman, por no decir que pueden ir por las zonas con veneno. Dos nuevas adiciones que cumplen, aunque para conseguirlos tienes que ir a las cuevas de los niveles.
Porque aquí nos encontraremos con hasta 14 cuevas en las cuatro zonas, que por cierto son “versiones remasterizadas” de la primera entrega. Aquí el tiempo se detiene, y cada nivel que bajemos en el subsuelo será una partida guardada, para no hacer trampas. Deberemos llevarnos una buena cantidad de Pikmins, no solo para resolver puzzles y avanzar, sino también para convertirlos en morados o blancos, pues solo se puede hacer desde las cuevas, no desde la superficie.
Son pequeños desafíos que, conforme avanzas, se van volviendo más difíciles y retantes, pidiendo un ensayo y error, y es que muy difícilmente te las vas a pasar todas a la primera. Cada una tiene una cantidad de tesoros y hasta jefes, lo que se convierte en la principal atracción.
Fuera de ello, en la superficie seguimos con las mismas mecánicas, con algunos cambios estratégicos, pero en general una secuela con tres años de separación que cumple con lo que se le pide a una nueva IP nunca antes vista. Ahora, si tan bueno es el juego, y tantos fallitos tontos de la primera entrega arregla, como por ejemplo el no tener que esperar a que broten las semillas de las cebollas para arrancar a los Pikmin, ¿por qué es mi menos preferida?
En la primera entrega Olimar se enfrentaba a una situación angustiosa en la que no quiere estar, se le notaba en todo momento el agobio y se palpaba en la jugabilidad, en la que si no jugábamos bien con el tiempo podríamos acabar en un game over y tener que comenzar la partida desde cero. Eso era lo que hacía especial a Pikmin, un juego retante, pero satisfactorio.
Todo esto desaparece en la secuela. Aquí no hay un límite de tiempo de 30 días ni nada, se puede jugar con toda la tranquilidad del mundo. Este detalle es el divisorio, pues quiénes no lograban disfrutar la primera entrega por esa tensión, este era una propuesta más relajante y menos estresante.
Y esto es algo que no me termina de convencer, pero no porque ahora haya no haya un límite de tiempo, sino porque es esta falta de límite lo que hace que mi experiencia jugable no sea del todo satisfactoria, y eso se puede notar con el diseño de los propios niveles.
En el primer juego los niveles estaban diseñados con la idea en mente de que se tiene que completar con un límite de tiempo, lo que te hace reconsiderar dónde poner las piezas de la nave, cómo llegar a ellas, qué retos poner durante el camino, etc. Todo esto como creador y diseñador de la obra.
En Pikmin 2, al no haber ese límite, los objetivos pasan de ser 30 a ser 201. Y ahí es cuando uno se replantea si sacarse el 100%, porque cada vez se van haciendo más difíciles de conseguir, e incluso no son necesarios todos para completar el juego, solamente hasta llegar a la cantidad de 10.000 pokos. Llenar de contenido una entrega que además remasteriza las zonas del primer juego puede provocar que algunos jugadores, entre los que me incluyo, no pasemos de la meta de los 10.000 pokos.
Por supuesto, y quiero que quede claro, esto no es nada malo ni siquiera algo negativo, es la propuesta que nos da Pikmin 2, y aunque es muy disfrutable, no se me hace tan satisfactoria como la hacía el primer título. Lo que sí puede ser negativo es que Luís, el segundo personaje, no hace prácticamente nada en todo el juego, únicamente es útil para unos pocos puzzles, para vigilar a Pikmins que dejes trabajando lejos de ti, o para arrancarlos del suelo más rápido.
Si bien vuelve el modo desafío, y hay un modo para dos jugadores muy divertido, la campaña se juega en solitario, haciendo que el control de un segundo personaje sea algo tosco y que se sienta como innecesario. Pero lo bueno es que esto sería la base para Pikmin 3, donde sí tenemos una experiencia para un jugador con tres personajes jugables bastante satisfactoria, especialmente jugando con el GamePad.
En definitiva, Pikmin 2 claro que es un buen videojuego, de los mejores del catálogo de GameCube, y una joyita del arte que cualquiera que se considere fan debería probar. Y ahora que está en Nintendo Switch, ¡no os la podéis perder! Tal vez la fórmula se simplificase, pero sigue siendo igual de divertido que siempre.
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