Se dice que la fama ayuda a salvar una franquicia, pero para mi no es más que una estrategia de marketing más. Tenemos en los últimos tiempos tres casos relevantes, siendo el primero del que quiero hablar el de Resident Evil 7. Cuando el juego salió a la venta muchos fueron quienes dijeron que había salvado a una saga estancada y que estaba girando para la acción.
Y no era más que una frase que soltaban los nuevos fans de la saga. Previo a su lanzamiento llegó a Nintendo 3DS una entrega portátil llamada Revelations que ofrecía una experiencia más enfocada en el clásico Survival Horror, aunque con sus pequeñas dosis de acción. Y con Revelations 2 sí llegó verdaderamente esa resurrección de la saga, pues verdaderamente volvía a los orígenes y se notaba que Capcom había escuchado a sus fans.
Por desgracia, la diferencia de ventas hizo que la séptima entrega numérica robase el mérito a la segunda revelación. Con Tales of Arise pasa algo parecido. Desde los Xillia los juegos han llegado traducidos, en formato físico, y no han parado de lanzar entregas, incluso un remaster de Vesperia traducido. Igual con Persona 5 sí podemos hablar de que la fama salvó la franquicia, pero es otra verdad a medias.
Sí es cierto que, si no fuera por su éxito, ATLUS y SEGA no estarían traduciendo ahora sus entregas, pero si esta entrega hubiese pasado como una más, tanto Persona como Shin Megami Tensei y sus spin offs seguirían lanzándose, complaciendo a sus fans y no a los que puedan llegar con ello.
A lo que quiero llegar es que el hecho de que una entrega de mucha fama a una franquicia no tiene por qué significar que la haya salvado, o que hubiese un momento en que tuviese que ser rescatada. Aquí todo el mundo tiene que aplicar su teoría del éxito: si más es mayor éxito, o si mantenerse y seguir con vida es un éxito, ambos puntos de vista me parecen válidos.
En mi caso, el éxito es mantenerse. Sí, si llegas a más está genial, no obstante, y en el caso de Resident Evil, me duele mucho que los fans no hayan valorado a Revelations 2, muchos con la frase de «pero es que el primero era mejor«, como si aportase algo. Por eso me gusta llamar a las cosas por su nombre.