El día de hoy os traemos el análisis de City Of Brass, una historia sobre la riqueza, el miedo, la locura y finalmente la esperanza.
Alguna vez existió una ciudad en mitad del desierto, alguna vez esta ciudad fue próspera, tan próspera que llegó a acumular riquezas y extravagancias nunca antes vistas. Pero con la riqueza llega la avaricia, y con la avaricia el miedo a quedarse sin nada, este miedo hizo que sus habitantes llenasen la ciudad de trampas y cayesen en la paranoia, esto sumado a cierto error garrafal, asustó a los comerciantes y a cualquier visitante. Pronto los habitantes de aquella próspera ciudad se darían cuenta de que a pesar de todas sus riquezas, estas no llenarían sus estómagos, comenzaron a morir de hambre o por sus propias trampas, y así la ciudad poco a poco fue cayendo en el olvido.
Durante años llegaron intrépidos exploradores, pero todos ellos llegaron buscando riquezas y gloria, todos ellos sufrirían el mismo destino que los habitantes de la ciudad. Pero un día, un día llegamos nosotros, un forastero que no buscaba riquezas, un forastero que se creía era el elegido para librar a la ciudad de su miseria y su maldición, eso claro siempre que logremos sobrevivir.
Una vida, una aventura distinta
Las mecánicas del juego no tienen misterio, iniciamos nuestra aventura en las puertas de la ciudad, a través de varios capítulos tendremos que abrirnos paso con nuestro látigo, el cual nos servirá para alejar o atraer a los enemigos, también contaremos con un arma de mano, la cual podremos reemplazar por armas más avanzadas según vayamos progresando (y siempre que tengamos el oro suficiente). Además, podremos luchar las trampas y los objetos del mapa a nuestro favor, ya sea para evitar enemigos o acabar con ellos desde una posición segura.
El juego también premia la exploración, y lo hace con oro y tesoros, los cuales serán fundamentales para obtener mejoras, pero esta es una arma de doble filo, pues en cada partida nos encontraremos con un reloj de arena cuyos granos caerán independientemente de lo que hagamos. Cuando el último grano caiga nos espera una sorpresa no muy agradable.
Morir en City Of Brass significa volver a comenzar desde cero, con las armas más básicas y con un escenario que cambiará completamente (y alternará entre el día y la noche), así que no podremos recurrir al clásico «ensayo y error hasta que salga», pero con esto también surge un problema. Cambian los escenarios pero los enemigos siguen siendo los de siempre, esto hace que tras repetir el mismo escenario 5 o 6 veces, este comience a sentirse un poco repetitivo, lo cual nos llevará a plantearnos descansar del juego.
¿Recordáis eso que os dijimos sobre comenzar de cero? sí, pero no. A lo largo de nuestra aventura nos encontraremos con varios genios, cada uno de ellos con nombre propio (el cual nos da cierta pista sobre ellos), los cuales nos propondrán diversos trueques, a cambio de oro podremos, estos trueques nos permitirán (en algunos casos) adquirir mejores armas, rellenar nuestro contador de vida, almacenar un arma y poder utilizarla en nuestra próxima vida y mucho más. Además de eso podremos utilizar uno de los tres deseos disponibles en ellos, esta opción es maravillosa, ya que nos puede dar grandes beneficios, el único «pero», es que no sabremos que obtendremos de esos deseos hasta gastar uno de ellos.
Modificar el juego a nuestro gusto
El juego cuenta con un sistema de Cargas y Bendiciones, estos nos permitirán hacer la partida más llevadera (podemos eliminar elementos como el límite de tiempo, la cantidad de enemigos y trampas) o convertirla en un auténtico infierno. Un sistema que es sencillo pero funciona de maravilla, ya que nos permite ir explorando poco a poco nuestros límites y poner a prueba diversas formas de jugar al mismo. Y por raro que parezca, no existe ninguna penalización para esta opción, tan solo no podremos ser parte de las puntuaciones online (algo que a mucha gente no le importará). El juego también cuenta con integración para Twitch, una característica que…bueno, dejaremos que la descubráis por vosotros mismos.
A nivel gráfico el juego cumple, tiene ciertas mejoras para Xbox One X y en ningún momento resulta molesto a la vista, lamentablemente el hecho de que muchos escenarios sean tan parecidos entre si hace que se pierda el impacto y poco a poco te canses, una pena ya que la temática árabe en la que se basa el juego daba para mucho más. A nivel sonoro el juego vuelve a cumplir, la música es una serie de temas típicos, pero que en ningún momento llegan a destacar, de nuevo una lástima teniendo en cuenta la temática árabe del juego. Lo que sí está muy bien hecho y cuidado son los efectos sonoros, jugar a City of Brass con auriculares es una experiencia totalmente distinta. Además de los clásicos sonidos como pasos, golpes, viento podemos encontrar que susurros y gruñidos que parecen ser ecos del desierto, esto hará que en muchas ocasiones nos sintamos incómodos e intentemos saber que es lo que intentan decirnos.
Conclusiones
City of Brass no es un mal juego, está bien y merece la pena, pero sí supone una pequeña decepción si tenemos en cuenta la cantidad de potencial que tiene y que no se ha terminado de aprovechar. Esperamos que en un futuro se puedan mejorar aquellas cosas que se han quedado a medias y pueda convertirse en el gran juego que debería ser.
Si queréis darle una oportunidad, el juego ya se encuentra disponible a un precio de 19.99 euros y es una buena opción si os gustan los roguelike o estáis dando vuestros primeros pasos en el género.
City Of Brass para Xbox One
Jugabilidad - 7.5
Sonido - 8.7
Gráficos - 7
Duración - 8.7
8
City Of Brass es una historia sobre la riqueza, el miedo, la locura y finalmente la esperanza.