Warcraft ha sido un camino bastante complicado para los fans. Y cuando hablo de Warcraft me refiero a la saga original de estrategia en tiempo real, no al MMORPG. World of Warcraft ha sido un mundo, nunca mejor dicho, para los fans de Warcraft 3, ya que al tratarse de la “secuela directa” es normal sentir algo de interés.
El problema, si es que se le puede llamar así, es que es un producto totalmente distinto al RTS. Y si solo hubiese sido un proyecto paralelo no habría pasado nada. Pero es que llevamos sin una nueva entrega de Warcraft desde 2003 con la expansión de The Frozen Throne, es decir, 21 años, casi 22.
Por eso, cuando en 2018 se anunció que Warcraft 3 volvería totalmente renovado, “reforzado”, las esperanzas de ver el esperado Warcraft 4 se volvieron a encender. Por desgracia, todos sabemos lo que acabó ocurriendo, y si bien Warcraft 3 Reforged en un remaster aceptable, decepciona mucho por todas las promesas incumplidas.
Es por eso que las esperanzas y los sueños se habían apagado, pues si una obra no recupera dinero, invertir en ella es un riesgo para las empresas. No obstante, y aunque aún no se puede decir nada, sí que es cierto que Blizzard ha querido salvar a Warcraft y no meterla en el cajón del olvido, y ahí es donde entra el Battle Chest.
Este pack incluye Warcraft 1 y Warcraft 2 con su expansión totalmente remasterizados, así como también a Warcraft 3 Reforged. Este artículo no se trata de un análisis de los tres juegos, sino más bien un repaso general por los dos primeros juegos, y cómo se siente la experiencia habiendo dedicado cientos de horas a la tercera entrega.
Comenzando con el origen de todo, Warcraft Remastered nos muestra cómo fue el principio de todo, siendo un juego que hoy en día puede parecer muy básico, pero es todo lo contrario. Warcraft 1 estaba tan avanzado que jugarlo hoy en día se siente como un indie, y eso no es para nada un insulto.
Si bien efectivamente acostumbrado a las características jugables de Warcraft 3 esta primera entrega se siente algo tosca y limitada, es lo que tiene ser una primera entrega que, para paliar limitaciones de la época, o simplemente porque no se les ocurrió la idea, decidas hacer un juego de estrategia más complejo.
Por ejemplo, ¿sabéis eso de que en Warcraft 3 puedes construir un ayuntamiento o sala de guerra donde quieras? Pues aquí no, lo que hace que, cuando caen las minas de oro, los viajes sean más largos. O tener varias unidades o mejoras en espera mientras entrenas una, aquí hay que ir una a una.
O hacer un cuartel y esperar tener ahí a todas las unidades. No, deberás tener otra infraestructura para poder crear, por ejemplo, a los arqueros o los jinetes/caballeros. Y así con todo. Lo único que no termina de convencer, y la secuela menos mal no tiene, son los caminos, pues para crear las infraestructuras deberán estar en un camino que cuesta 50 de oro cada cuadro.
Las dos campañas, además, son exactamente iguales. Si escucháis eso de que son una reskin de la otra, no os están exagerando. Sí, los mapas cambian, pero en esencia son las mismas misiones. Que si construye una base, que si destruye la base enemiga, que si ahora ve a rescatar a este y llévalo a la salida, que si mata a todos los enemigos del mapa…
Que, por cierto, esto es lo peor del juego. Entiendo que son limitaciones o ideas de la época, pero lo de tener que matar a todos y cada uno de los enemigos para completar la misión… Sí, no hay niebla de guerra y puedes ver en todo momento qué pasa en el mapa que hayas descubierto, pero si cuando hayas destruido la base enemiga no te sale el mensaje, prepárate para explorar todas las zonas oscuras del mapa hasta encontrar lo que te queda.
Es un poco pesado, pero en esa situación puedes usar los trucos, en concreto el de despejar el mapa, y dar por concluida la misión. En general, Warcraft Remastered está muy bien para disfrutar y pasar el rato, siendo un juego que disfrutarán los fans de Warcraft 3 sin duda alguna.
Y del origen pasamos a la continuación de este. En esencia, Warcraft 2 Remastered es básicamente lo mismo que el primero, pero esta vez se nota más la mejora en los controles. Por ejemplo, los personajes se mueven mucho más rápidos y fluidos, y ahora es posible construir las estructuras donde quieras, sin necesidad de caminos. Ahora las unidades a distancia, en vez de ser soldados más genéricos, son trolls y arqueros elfos.
Y se añaden también a las unidades navales y aéreas. Las primeras volverían en The Frozen Throne, pero al contrario que ahí, aquí necesitarás un tercer recurso aparte del oro y la madera, el petróleo. Esta idea puede sentirse muy realista, pero en la práctica se siente bastante tediosa.
En general, Warcraft 2 arregla varios de los “defectos” que pudiera tener la entrega pasada, añade más misiones, incluye a los héroes y ofrece un montón de lore. Entre las mejoras jugables de ambos Warcraft tenemos la posibilidad de alternar entre los gráficos originales y los remasterizados pulsando F5.
Ambos están traducidos al castellano, aunque mantienen el doblaje original inglés. Pero algo que no han tocado, y deberían, es la inteligencia artificial de los personajes, pues en más de una ocasión los enemigos te atacarán y tus soldados no harán nada.
Claro, a no ser que se lo especifiques. Entiendo que en la época esto sí pudiera ser una limitación, pero para estos remasters era necesario cuidar este aspecto. En definitiva, jugar estos dos títulos, tres si contamos la expansión, y compararlos con Warcraft 3… Te hace ver por qué la gente amó tanto este videojuego en su época.
Te hace ver por qué Warcraft 3 fue una enorme revolución para la industria y los RTS, y que su transición al 3D fue sobresaliente. Cierto es que jugar estos remasters son un durísimo golpe por lo diferentes que son. Sin embargo, no podemos negar que fueron un paso necesario para la construcción de la leyenda.
¿Os acordáis de lo que os dije al principio de los indies? Pues estos, inspirados en esta obra, han conseguido que, al jugarlos, sientas que no estés jugando a un videojuego de hace muchos años, tosco y aburrido, sino que sea entretenido, divertido, que se sienta actual.
Eso es muy difícil, y se ha conseguido. Yo, como fanático que soy de Warcraft 3, agradezco a todo el mundo, tanto a Blizzard como a los indies, el que hayan ayudado a que el Battle Chest sea posible. Seguramente habrá muchas cosas que echarle en cara a Blizzard, ya no es esa empresa de la que uno se sentía infinitamente orgulloso, esos días dorados terminaron.
Pero ahora, más que nunca, y con un World of Warcraft que cada vez se ve con menos fuerzas, creo firmemente que Warcraft 4 puede existir. Y cuando llegue ese día, el día en que la espera finalmente termine… No sé cómo reaccionaré. Pero sí sé una cosa:
el sueño dejará de serlo para convertirse en una realidad.
Este análisis se ha realizado con una clave que ha facilitado Blizzard a VidaoPantalla.