Si tuviera que hacer una lista de mis juegos favoritos en ella estaría sin duda alguna Pokémon Luna. Este videojuego fue definitorio para mí. Con él se asienta el VIDEOJUEGO en mayúsculas como parte esencial de mi vida hasta el día de hoy y se cambia mi opinión hacia este arte a la que mantengo actualmente. En otras palabras: sin este juego no estaría escribiendo este artículo.
La elección era sencilla: Ever Oasis o Pokémon Luna. Esto no ocurría con frecuencia. No todos los días te regalan un videojuego, por lo que tuve que meditar esta decisión. Mi yo de 8 años se encontró inmerso en aquel mundo los días siguientes. Mi primera aventura por Alola acababa de empezar.
Recuerdo haberme comprado la 3DS poco tiempo antes de comenzar con la séptima generación. Nunca había jugado un juego de Pokémon y por no saber no sabía ni cómo curar a mis pokémon, por lo que liberé a mi inicial Litten, “C” (su nombre erael resultado de no comprender cómo manejar un teclado en la Nintendo 3ds ) con la intención de curarlo. Busqué cómo reiniciar una partida en Pokémon Luna y comenzó oficialmente mi primer viaje por la región insular.
Con “C” (le cogí cariño al error) ya evolucionado en Torracat, y con mi primo mayor en casa, aprendí mucho sobre el funcionamiento de los mecanismo que conforman la saga: la tabla de tipos en su vertiente más básica, los tipos de ataque y la importancia de leer las habilidades.
Alucinaba con las animaciones de los ataques Z, con la banda sonara- una tan pegadiza que no dejaba de cantar-, y con el temible Alto Mando. Mi equipo, abarrotado de legendarios y ultraentes, pudo finalmente con un profesor Kukui duro de roer que me dejó con la miel en los labios en más de una ocasión. Tras disfrutar de los créditos del juego, tuvieron que pasar 2 años para que volviera a Alola y reiniciara mi partida.
En un verano mágico traté- aunque sin éxito- de completar la Pokédex, una tarea titánica. Junto con dos amigos intercambiamos pokémon exclusivos de nuestras versiones e investigamos en Internet para poder evolucionar y atrapar pokémon ocultos o difíciles de encontrar. Durante estos 3 meses, mi interés por la franquicia creció exponencialmente y aprendí el sistema de combate en profundidad, la tabla de tipos, entre otras muchas cosas. Almacené más de 300 horas en este título. La Nintendo Switch llegó años más tarde a mi casa y la ilusión por los monstruos de bolsillo aún no se había desvanecido.
Con Let’s Go Pikachu el hype desmedido por un juego apareció por primera vez en mi vida. Estuve dos meses esperándolo ansioso. El título me encantó, definitivamente, pero no me comprometí a completar la Pokédex ni tuve una experiencia similar a la de aquel verano. Eso sí, comencé a ver los nuzlockes de Folagor y a hacerme más friki de Pokémon. Ahora, el segundo momento clave de mi relación con esta saga llegó en 2019, cuando un par de lobos llegaban a Londres con una espada y un escudo.
Pokémon Escudo fue el primer juego que reservé y del que me informé activamente. Vi la Pokédex entera cuando se filtró. Escuché a multitud de creadores de contenido opinando e ilusionándose mientras me contagiaban esa ilusión. No sé cómo expresarlo mejor: esperaba que Pokémon me llenara tanto como en Alola.
Escenarios nefastos, animaciones reutilizadas, mala optimización, Pokédex recortada (algo que habría llegado tarde o temprano por la ingente cantidad de pokémons), desafío inexistente, narrativa inconsistente. Pokémon Escudo se convirtió en la mayor decepción de mi vida como jugador. No miento al decir que estaba más ilusionado por la salida de este título que cuando era mi cumpleaños (tenía 11 años).
Años más tarde se anunció Pokémon Escarlata, un juego de la línea principal basado en España. Al ver el primer tráiler y conocer en qué país se ambientaba lloré, estaba deseoso de poder jugarlo y, aun sin muchas expectativas, lo reservé y jugué. Para mí, Pokémon Escarlata es un gran paso por parte de Game Freak y un buen camino a seguir pero que no logró conectar conmigo tanto como la séptima generación.
Estoy deseoso de cómo los títulos principales de Pokémon evolucionan en una dirección mucho más estable y despejada, añadiendo mecánicas inmersivas y una mayor dificultad.
Le debo a Pokémon estar redactando esto. Le debo estar disfrutando de este hobby y le debo haberlo convertido en parte de mi día a día. Espero que este artículo sea una buena carta de presentación por mi parte a esta sección de VidaoPantalla.