La realidad virtual poco a poco se está asentando en los videojuegos, ofreciendo experiencias diversas y distintas al clásico shooter en primera persona, o juegos de aventuras que se basan en apuntar y disparar (para que no se confundan los géneros First Person Shooter con First Person Adventure).
El caso es que, de entre las tres grandes compañías, Sony es la que más apuesta por esta nueva forma de jugar (por no decir la única) y, si bien esta obra no se estrenó en esta plataforma, es un motivo más para adquirir unas PlayStation VR2 para PlayStation 5. Amata K.K. nos ofrece Last Labyrinth, una aventura estilo point and click de resolución de puzles.
Aquí daremos órdenes a una pequeña niña misteriosa que habla un idioma desconocido, una especie de mezcla entre el japonés y el francés. Únicamente podremos señalar con la cabeza y apuntar con un láser los objetos con los que puede interactuar la niña, y será clave para avanzar y escapar de este laberinto de los horrores.
La obra tiene entre sus nombres a veteranos del sector que trabajaron en el Team ICO para desarrollar las tres obras más populares del estudio, y su director y productor, Hiromichi Takahashi, aparte de otros trabajos, es uno de los creadores de Toro, la mascota de Sony en Japón. Su compositor es Hiroki Kikuta, quién compuso la banda sonora de Secret of Mana y Soul Calibur 5, y la voz de la niña, Katia, corre al cargo de Stefanie Joosten, Quiet de Metal Gear Solid 5.
A nivel sonoro la obra es increíblemente inmersiva, con los sonidos perfectamente cuidados y la atmósfera muy angustiante y tenebrosa. Estéticamente estamos ante un juego verdaderamente potente, pues su motor gráfico nos lleva a un mundo oscuro, sucio, agorafóbico, y los modelados sientes que están en frente tuya.
Como buen juego de Realidad Virtual (VR) tienes que sentir la inmersión, y Last Labyrinth lo consigue. El castigo por fallar en los puzles es experimentar una ejecución, y estas son muy variadas. Realmente sientes la sensación de creer que te van a cortar el cuello o te van a aplastar, ya que además la vibración del casco PS VR2 ayuda a esta inmersión.
Durante la partida tendremos que resolver una serie de puzles, al principio muy sencillos y fáciles de entender, pero conforme va avanzando la cosa se van complicando, hasta el punto en que tienes que pensar durante mucho tiempo la solución con ese miedo de fallar y tener que volver a empezar. Por suerte, en la mayoría de puzles que requieren de repetir respuestas, volverás al último punto de control para no perder el tiempo.
Lo negativo es que Katia no te va a ayudar mucho. Por una parte es genial tener un juego en el que dos personas que no se conocen de nada tengan que comunicarse mediante la comunicación no verbal, pero al mismo tiempo hacen que Katia sea un simple puntero al que puedes pillarle cariño, pero que no te va a ayudar en nada.
Habría estado bien que, cuando estás mucho tiempo pensando, que Katia pudiera señalar algo para darte una pequeña pista de forma natural. Porque algunos puzles son bastante crípticos. Puedes entender la solución una vez dejas “que sea lo que Dios quiera” y te das cuenta de qué tenías que hacer, pero la muerte no te la quita nadie.
Amata K.K. nos asegura más de 10 horas de disfrute, y sinceramente, si tenéis interés en la VR y os gustan los juegos de resolución de puzles, Last Labyrinth es una opción muy recomendada. Es posible jugarlo solo con mando en PlayStation 5, Xbox One, Nintendo Switch, Steam, y también está disponible en Oculus, no obstante, os recomendamos más vivir esta experiencia en VR que en la clásica pantalla.
En conclusión, poco a poco la VR se está asentando en el mercado doméstico, y juegos como estos se agradecen muchísimo. Juegos humildes y divertidos, que dan ganas de jugar y que no necesitan de nada más que de sí mismos.
Este análisis ha sido posible gracias a una clave que ha facilitado Amata K.K. a VidaoPantalla.