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Comenzamos la semana especial dedicada a Pikmin 4 hablando de una de las nuevas IPs que Nintendo lanzó en 2001 para su nueva consola, GameCube. Diseñado por la mente detrás de Super Mario, Donkey Kong y The Legend of Zelda, Pikmin llegó para convertirse en una IP algo silenciosa de la Gran N pero con una base de fans enorme que dieron muchísimo cariño a las aventuras del capitán Olimar.

Es difícil explicar qué es Pikmin para alguien que nunca ha jugado o visto nada de este juego, pues aunque hay algunos títulos que podrían asemejársele, siendo el más popular, tal vez, The Wonderful 101, ninguno es como Pikmin. Se trata de un videojuego de estrategia en tiempo real en el que debes usar las habilidades de los tres tipos de Pikmin para resolver puzles y recolectar objetos.

En una Nintendo donde Shigeru Miyamoto nos tenía acostumbrados a juegos de plataformas o de aventuras, es verdaderamente sorprendente cómo cambió la mentalidad por completo al ofrecernos no solo un juego de estrategia y exploración, sino también una obra apagada, triste, melancólica, agobiante, pero al mismo tiempo divertida y entretenida.

Pikmin nos pone en la piel de Olimar, un viajero del planeta Hocotate que se encuentra de vacaciones cuando, de pronto, su nave comienza a fallar, explotando y cayendo en un planeta desconocido. Puede parecer una tontería descafeinada, pero en su momento esto era muy impactante para un fan de Nintendo acostumbrado a que todo fuese family friendly.

Al caer, se da cuenta de que su nave ha quedado destrozada, y que tiene únicamente 30 días in-game para poner regresar a tu planeta antes de morir. Sí, Nintendo hablando sin tapujos de la muerte en uno de sus videojuegos, y lo más interesante de todo es que si no te pasas el juego en esos 30 días… Bueno, si no lo has visto, ya lo verás.

Además de ello, cada uno de los días dura aproximadamente unos 15 minutos, por lo que tienes que organizarte muy bien en cada uno de los niveles para conseguir el máximo número de piezas posible. Puedes explorar el mapa, localizar las piezas, organizar tus ideas, resolver puzles, construir puentes… O puedes hacer la vieja confiable de organizarte todo, reiniciar, y jugar el nivel sin perder el día. ¡Las posibilidades son varias!

El juego empieza con Olimar contándonos, muy desolado, que su nave Dolphin, la cual es una referencia al nombre en clave de GameCube, ha quedado destrozada en el aterrizaje forzoso en el desconocido planeta. Ha perdido 30 piezas que componen su nave, y únicamente tiene oxígeno para 30 días, por lo que la sensación de abandono, de estar en un planeta hostil, de suspense por la muerte, está presente en todo momento.

Que no os asuste lo de los 30 días y 30 piezas, es muy fácil conseguir varias piezas en un solo día, aunque es posible que necesites un día para organizarte bien y conseguir varias al día siguiente, lo cual es realmente una victoria. Si en un día lo preparas todo y al siguiente consigues tres o cuatro piezas, ganas un beneficio, y en una partida normal puede que las consigas todas en unos 22 o 24 días.

Además, de las 30, únicamente 25 son obligatorias. Las otras cinco son para ver el final verdadero. Es un juego que te mantiene en tensión en todo momento, que te agobia y te hace replantearte todos tus movimientos, y tal vez lo que consiguió Miyamoto en su día fue lo que hizo tan querido a Pikmin, pues no estábamos acostumbrados a algo así en Nintendo.

Pero, ¿cómo conseguirá Olimar recuperar las piezas del Dolphin? Con la ayuda de los Pikmin, unas extrañas criaturas que nacen en las cebollas, unas pequeñas naves que germinan semillas para que estos florezcan. Para ello, deben recolectar píldoras de colores y llevarlas a las cebollas, y depende del tiempo que estén bajo tierra que germinarán, mejorando su velocidad de movimiento si tienen un brote o una flor en su cabeza.

Hay tres tipos distintos: por una parte los Pikmin rojos, que son resistentes al fuego y son los más fuertes. Luego están los amarillos, que pueden ser lanzados más alto y además, en este juego, son los únicos que pueden llevar rocas bomba. Por último están los azules, que son los únicos que pueden ir bajo el agua.

Más adelante irían saliendo nuevas clases de Pikmin, pero para esta primera entrega eran los justos y los necesarios. De hecho se siente casi como un metroidvania, pues deberás volver a los niveles una vez consigas los nuevos tipos de Pikmin (aunque bueno, en el tutorial te dan los rojos y en el primer nivel los amarillos, por lo que será únicamente al conseguir los azules) para poder seguir avanzando.

Otro detalle importante a recalcar es lo “realista” que se ve el juego, con gráficos que demostraban el enorme potencial que tenía GameCube, sumado a una banda sonora atmosférica muy melancólica. En general, Pikmin fue un juego muy de su época, que no se ha repetido de la misma forma en toda la saga, y que dio los cimientos de lo que sería una gran saga de videojuegos algo desconocida por el público, pero amada por sus fans.

Por desgracia, no todo es perfecto, y el que Pikmin tiene sus problemas o detalles que pueden no gustar a muchos. Cabe destacar que me voy a centrar esta semana en las versiones originales de cada juego, no es las remasterizadas de Wii y Switch. Lo primero de todo es que su propia esencia puede ser la que tire para atrás a algunos jugadores.

Pikmin es un juego que te va a tener en tensión por el tiempo de una forma similar a como lo hace The Legend of Zelda: Majora’s Mask, pero sin la posibilidad de tocar la ocarina para volver atrás (salvo en las versiones remasterizadas), por lo que debes tener mucho control de la situación, o hacer la trampa de reiniciar la consola sin guardar.

Otro detalle es la falta de rejugabilidad del título, pues aparte de un modo desafío algo simple que consiste en crear la mayor cantidad posible de Pikmins en un solo día, nada cambia en la partida principal. Lo único que puedes hacer es retarte a ti mismo/a para conseguir acabar el juego en el menor número posible de días, pero poco más.

En definitiva, Pikmin no es un juego perfecto, y no le hace ninguna falta. Fue una experiencia única que me metió de llenó en esta saga, y la ilusión que tengo por su cuarta entrega numérica es infinita. Si todavía no lo habéis jugado, recordad que ya está en la e-Shop por 30€ y dentro de nada saldrá en físico con la secuela para Nintendo Switch.

Creedme, no os vais a arrepentir. ¡Mañana hablaremos de Pikmin 2!

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Por Sergio Ortuño Fernández

Graduado en Comunicación Audiovisual. Escribo en VidaoPantalla y opino en YouTube. Guionista, doblaje, locución y presentación de radio y TV. Shergiock@gmail.com

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