Todavía recuerdo ese 3 de marzo de 2017 como si fuese ayer. Me fui un poco antes de la universidad para hacer la clase práctica del coche y, al terminar, fue corriendo a mi casa. Ahí me esperaba la nueva consola de Nintendo junto con uno de los juegos que más esperaba: The Legend of Zelda: Breath of the Wild. Una entrega que, si bien no es de mis favoritas, me he pasado más de 9 veces y nunca me canso de jugarlo.
De lo que sí me cansé más pronto que tarde era de intentar dialogar con los fans más férreos del juego. La comunidad de Breath of the Wild es una de las más agotadoras que he tenido la desgracia de conocer, pues por lo general no suelen aceptar de ninguna manera una opinión contraria a la suya, e incluso se atreven a hablar como si conocieran a los demás, y es que en más de una ocasión me he topado con el típico «el que solo juega los Zeldas en 3D o el que no ha jugado al primer Zelda«.
¿De verdad estás completamente seguro de que tú puedes decir que te has pasado el primer Zelda sin trucos ni guías ni save states? Porque yo, salvo por la guía, sí puedo decirlo. Varias veces, de hecho. ¿Me convierte esto en mejor fan de Zelda que tú? Igual tú sí puedes pensar que esto es así, pero yo no. Sea más fan o menos fan me parece un argumento bastante infantil. Sin embargo, no es de esto de lo que va la columna.
Cuando critiqué al juego, siendo autocrítico con mi segunda saga de videojuegos favorita, destaqué tres cosas principales: primero los objetos, que en vez de ser más temáticos como de costumbre, o se convierten en armas o no existen directamente, como el gancho. No es un error garrafal, pero sí un detalle que no me gustó. Luego la historia, una de las más sosas de la saga y centrada únicamente en la guerra, en dar pinceladas de que los Elegidos eran muy colegas y ya. Y luego el diseño de las mazmorras, que es muy diferente a las conocidas, y en mi caso, si bien la idea de controlarlas es interesante, en la práctica no está tan bien empleada como me gustaría.
¿Qué es lo que ocurre ahora? Que a nada de salir la secuela Tears of the Kingdom, a falta de tráilers para analizar y gameplays, una idea que se usa mucho es el «mis deseos para Tears of the Kingdom», ¿y sabéis qué es lo más divertido de todo? Que absolutamente todo lo que yo y mucha gente le criticábamos al Breath of the Wild ahora resulta que quieren que se mejore en su secuela. Es decir, antes estaba todo bien y no había fallos, ahora seis años después resulta que no todo estaba bien y sí había fallitos.
Vaya vaya. Vaya. Qué cosas. Con todo lo dicho, no quiero ni despreciar ni humillar a este tipo de fans, sino animarles a abrir su mente, que eso no significa dejar de creer en lo que crees, y escuchar a los demás, es escuchar sus puntos de vista, y si no te gustan, maldita sea, son opiniones sobre videojuegos, nada más que eso. ¿No nos quejamos de que la prensa diga que los videojuegos generan violencia? Porque, madre mía, les estáis dando motivos para escribir esas bazofias amarillistas.