Cuando hablamos de antagonistas y villanos en el JRPG siempre nos vienen a la cabeza los más famosos y populares. Cómo olvidar a los carismáticos Kefka Palazzo y Sephiroth de Final Fantasy, o al infravalorado Ardyn de la misma franquicia. También está Xehanort de Kingdom Hearts, o incluso Gustadolph de Triangle Strategy que, si bien no ha hecho mucho ruido, es innegable su increíble desarrollo.
Sin embargo, para mi todos estos quedan muy por debajo del que considero es el antagonista definitivo de un JRPG y cualquier otra obra audiovisual: Yggdrasill, de Tales of Symphonia. Por supuesto no hace falta decir que este artículo está lleno de spoilers, por lo que si estás esperando al remaster de 2023, te espero cuando termines la obra y asimiles lo que has vivido.
Lo primero de todo antes de entrar en detalles es aclarar la diferencia entre villano y antagonista. Desde mi perspectiva como guionista, un villano es un personaje que claramente quiere hacer el mal por placer, ya sea con motivos justificados como una venganza o un deseo de cambio, o por motivos simples y sin desarrollo como “quiero dominar el mundo porque motivos”, muy propio de ficciones para niños especialmente si tiene toques de humor.
Sin embargo, un antagonista es quién pone obstáculos al protagonista, y no tiene por qué ser precisamente malo o un ser vivo. Al contrario, por ejemplo, un examen podría ser un antagonista en una obra en la que un estudiante quiere aprobar pero no está seguro de si lo hará, o incluso la adversidad del destino puede serlo, aunque sea algo completamente intangible.
En este caso, Mithos Yggdrasill es un antagonista como la copa de un pino. Habrá quién diga que, por sus actos, es solo un villano hipócrita, pero honestamente creo que es injusto tildarlo de ello, más sabiendo que incluso el propio protagonista, Lloyd Irving, dice en más de una ocasión que sus actos han causado la muerte y dolor de muchas personas. En resumidas cuentas: ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos.
Y es esa simple frase la que resume perfectamente el tema de la moralidad en Tales of Symphonia. Sabes que un JRPG es bueno cuando te deja una situación con la que replantearte ideas, y sabes que es perfecto cuando este define tu vida como es mi caso, pues la obra de Namco me enseñó lo horrible que es la discriminación, no solo entre razas, sino entre ideologías.
Pero no entraré en detalles externos e iré directo a lo que debemos tener en cuenta: ¿en qué se equivocó Mithos (vamos a llamarlo así ahora que he avisado del tema de spoilers)? Sin ninguna duda en las granjas humanas, un símil con los campos de concentración del mundo real, donde humanos eran secuestrados para hacer trabajos forzosos y “despertar” el poder de las exferas.
Esto fue un error gravísimo se vea por donde se vea, pero, ¿por qué llegó Mithos a tal extremo? Simple, por su experiencia durante la Gran Guerra de Kharlan, donde perdió a su hermana Martel. Con su nueva organización, Cruxis, y los desianos, un grupo de semielfos hartos de la discriminación, empezó a crear su nuevo mundo.
Su objetivo era no solo resucitar a Martel, sino también acabar con la discriminación, ¿y cómo lo podría hacer? Con el poder de la exferas, ya que con ellas podría hacer que todas las personas fueran seres exánimes al eliminar las diferencias existentes en la sangre de humanos y elfos. De esta forma, la discriminación desaparecería para siempre, pues si todos somos iguales, no habría nada a lo que tener miedo.
Esta idea era su mayor contradicción, pues si bien buscaba una forma de que todo el mundo pudiera vivir sin sufrir discriminación, no se puede acabar con ella creando más discriminación, por más buenas intenciones que tengas. No se puede justificar quién es más bueno o más malo, aunque en este caso los guionistas no se quieran arriesgar y quieran dejar a Lloyd como el bueno y a Mithos como el malo.
Porque Lloyd tampoco es ningún santo. Intentó hacer una buena acción de salvar a Marble de la granja humana y a otros prisioneros, pero su acto tuvo como consecuencias la muerte de gente de Iselia y la destrucción de sus hogares. Tampoco dudaron en matar a los Jerarcas de las granjas humanas, y justo después de matar a Forcystus se entera de que era un héroe para los semielfos y suelta un “seguro que en un mundo justo habríamos sido colegas”.
¿Entendéis un poco el punto? Al final ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos, y eso es lo que empodera tanto a Tales of Symphonia como a su antagonista. Además, en la secuela Dawn of the New World podemos ver que lo que hizo el grupo de Lloyd tampoco ayudó mucho, pues surgieron nuevos grupos como Vanguard que buscaban la liberación de Sylvarant. Desgraciadamente, Mithos tenía razón, no es posible salvar a todo el mundo.
Podría hablaros ahora de cómo se une magistralmente al grupo de Lloyd sin que nadie, ni siquiera Yuan, se entere. O de todo su pasado con este, Kratos y su hermana, pero ahora toca responder a la pregunta: ¿por qué mola tanto Mithos Yggdrasill? Simple: porque es un antagonista que te deja pensando. Porque es muy carismático y difícil de olvidar. Porque te hace replantearte si tenía razón o no, las decisiones de la vida real.
Porque él no era más que un chavalín de unos 12 años que sufrió un acoso y una discriminación que le dejó secuelas, lo que deja claro que, cuando una persona crece y se hace adulta, lucha por sus sueños. Y si las personas traumatizamos a personitas que no han desarrollado todavía una capacidad cerebral y emocional suficientemente madura, lo que nos queda es lo que hemos hecho: el ojo por ojo.
Al final, Mithos es solo una víctima más de un mundo lleno de gente horrible. Y yo no puedo más que empatizar con él y, si bien me niego a justificar lo que hizo, entiendo perfectamente por qué lo hizo. Porque el odio solo genera más odio. Y aunque tú quieras acabar con él, al final acabas corrompido. Y, de esa corrupción, nace un personaje de ficción que perfectamente podría existir en la realidad.
Ese miedo, esa sensación, es la que hace de Mithos Yggdrasill uno de los antagonistas por excelencia del JRPG.