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Este 2022 ha sido un poco extraño para aquellos a los que nos gusta Pokémon. Comenzamos el año con un sabor agridulce. Tras la salida de unos remakes de Sinnoh, que desde mi punto de vista dejaron mucho que desear, esperaba con miedo y pocas expectativas la salida de Leyendas Arceus, la gran apuesta de pokémon por el mundo abierto. Finalmente, el experimento salió bien, incluso mejor de lo que esperaba, pero esto no se repitió con Pokémon Escarlata y Púrpura, que, como juego de la línea principal, debería mejorar todo lo visto en Leyendas Arceus en cuanto a lo que del mundo abierto se trata.

Pokémon Escarlata y Púrpura presenta tres caminos paralelos que el jugador puede completar al ritmo que desee y que se desarrollan individualmente. Con la excusa de encontrar nuestro tesoro personal, los estudiantes de la academia a la que asistimos se embarcan en un viaje por toda la región de Paldea.

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Una de las novedades de la novena generación es la teracristalización. Podemos usarla una vez por combate y cambia el tipo del pokémon en el que la usemos y potencia (un poco) los ataques de dicho tipo (Si ya contaba con él antes de la teracristalización). Me parece una buena mecánica de combate, pero no lo suficientemente relevante como para desplazar a la mega-evolución o al gigantamax. Se trata de la mecánica innovadora de la generación, por lo que los combates más importantes del juego están ligados al uso de la teracristalización en un pokémon importante del rival. Sin embargo, debido al poco peso que genera en combate, no es para nada necesario el uso de la teracristalización para combatir a un pokémon que sí la esté utilizando. En este apartado, me parece un paso atrás en toda regla respecto a generaciones anteriores. La teracristalización acaba convirtiéndose en una mecánica que no se explota demasiado y que por parte del jugador se pasa muy por encima ya que en vez de emplearla para cambiar a tipos inusuales y darle la vuelta a un enfrentamiento en principio desfavorable, la IA lo utiliza para potenciar el tipo primario de la especie a la que te enfrentas.

Un mundo abierto lleno de pokémon, pero ¿a qué precio?

El loop jugable es, sin lugar a dudas, lo mejor que tiene Escarlata y Púrpura. Llegar a una nueva ruta, dar vueltas un rato, encontrar nuevas especies y capturarlas. Se repite durante todo el juego y no hace más que mejorar a medida que consigues más recursos para combatir y atrapar pokémon. Sin embargo esto tiene su parte negativa ya que si, como yo, decides capturar cada nueva especie que veas, los combates contra entrenadores serán mínimos debido a que la experiencia que proporcionan las capturas es más que suficiente para seguir la aventura con un nivel normal. Pero lo que me preocupa no es eso, sino que los desarrolladores son conscientes de ello y la cantidad de entrenadores que se encuentran en las rutas es mucho menor. Por un lado lo veo comprensible, pero por otra parte me parece una dirección muy peligrosa a la que se acerca la saga en la que los combates son relegados únicamente a los enfrentamientos contra personajes protagonistas.

En estas entregas es mejor olvidarse de completar mazmorras de entrenadores como las del Team Rocket en las primeras entregas de la saga. El equipo antagonista de Paldea es el Team Star, para nada parecido a los anteriores equipos de la saga. Se presenta de manera similar a los equipos clásicos de la franquicia, pero a medida que avanzamos en su línea de la historia vamos descubriendo la historia tras su formación. Se trata de un equipo movido por la lucha contra el acoso y la libertad. Sin lugar a dudas, un aspecto muy positivo de Escarlata y Púrpura, pero que debido a la naturaleza extremadamente abierta de estas entregas, solo se puede ver en la las incursiones en las bases de los líderes.

Por otra parte está la llamada Senda Legendaria, en la que, con ayuda de Damián, recuperaremos las habilidades de Koraidon o Miraidon derrotando a pokémon que son más fuertes que el resto de los de su especie gracias al uso de las Especias Ocultas. En mi opinión, es la historia que encaja mejor y una de las más bonitas que hemos visto en un juego de pokémon desde hace años.

El concepto de los líderes de gimnasio permanece casi intacto respecto a anteriores generaciones añadiendo unas pruebas previas al combate de gimnasio. Estas pruebas son, en su mayoría, más un estorbo que un obstáculo. Además los líderes de la novena generación son los más olvidables de toda la saga Pokémon. No porque tengan malos diseños o combates que no estén a la altura, que también, sino porque, de nuevo, al igual que ocurre con el Team Star, la naturaleza abierta de esta entrega limita las apariciones de los líderes únicamente a su gimnasio. Recuerdo la implicación que tenían otros líderes en generaciones anteriores como Mananti o Plubio.

En el inicio decía que el juego se dividía en tres caminos paralelos. Siguiendo con esa metáfora, no se tratan de caminos de tierra con baches y desviaciones, sino que son caminos hecho con piedras separadas en los que pasas de una a otra dando saltitos. La historia, el contenido de estos caminos, se concentra y obtiene únicamente en las pequeñas rocas, las rutas están totalmente desconectadas de la historia. Me parece uno de los mayores fallos de estas entregas. De nuevo, repito que las rutas están muy vacías, se confía demasiado en que la presencia de los pokémon salvajes cargue con todo el peso de la ruta. Son rutas interesantes y variadas, pero es una región Pokémon (En las cuales ya hemos visto en anteriores entregas que la población no es poca, o por lo menos no tan poca como en Paldea) que se siente extremadamente vacía.

Pese a todo, la progresión de nivel, tanto de los entrenadores como de los pokémon salvajes respecto a los de nuestro equipo, está bastante cuidada. En ningún momento he sentido ir demasiado por encima de nivel con respecto a los entrenadores de la zona (Solamente en algunas ocasiones alrededor de la mitad del juego) y en los combates finales he acabado teniendo un equipo con niveles mucho más bajos que el de los rivales. Sin embargo, la progresión de niveles se desequilibra debido a la existencia de la teraincursiones. En ellas podemos combatir, solos o con más jugadores, contra un pokémon teracristalizado y más fuerte de lo normal que nos dará una cantidad generosa de caramelos de experiencia si lo vencemos. Se trata de un problema mayor y extremadamente estúpido ya que estas incursiones se podrían eliminar sin ningún problema (O retrasar su aparición a la partida post créditos).

Es bastante obvio, ¿no?

Hasta ahora no he mencionado nada sobre el apartado técnico del juego porque en este caso se han juntado el fanatismo por parte de los fans de la saga, una experiencia jugable que muchos pedíamos desde hace años, el odio hacia el juego de una parte de la comunidad y un insulto hacia los compradores en forma de apartado técnico. Debido a esto, es fácil que alguno de estos factores cambie nuestra percepción sobre Escarlata y Púrpura. Resumidamente: el estado en el ha salido Pokémon Escrlata y Púrpura y el que ha mantenido tras el comunicado de Nintendo a comienzos de diciembre es vergonzoso y no merece ningún tipo de justificación. Si buscas un juego de Pokémon mundo abierto, recomiendo mil veces antes Leyendas Arceus, el cual, sin tener en cuenta el apartado técnico y sin tratarse de la misma fórmula, me parece una entrega bastante más disfrutable que Escarlata y Púrpura.

 

En conclusión, las últimas entregas de la saga principal de pokémon presentan cambios refrescantes y abren muchas posibilidades hacia el futuro. No obstante, me preocupa que el conformismo que ha caracterizado a la saga durante todos estos años siga presente durante esta nueva etapa e intensifique los mayores fallos (Los cuales pienso que se deben a una falta de experiencia con el mundo abierto que aún no han suplido con sus dos últimas entregas) de la novena generación.

 


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Por pepis

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