Hablar del Game Pass cuando has alegado que eres usuario de todas las plataformas principales menos Xbox al tener un ordenador es bastante complicado. Y se suponía que no debía ser así. El Game Pass nació con un objetivo claro: ganar dinero. Una empresa no va a hacer nada que no le otorgue beneficios, y Microsoft no es la excepción por mucho que los nintenderos «quiero la Play pero no quiero comprar la Play» insistan.
Se ha hablado mucho de este servicio desde que comenzó, siendo los dos aspectos más populares del tema, por una parte gente insistiendo que este servicio es la muerte de los videojuegos pero luego pagando las nuevas membresías de Sony porque la ama lo ordena (supongo) y los victimistas que les toses un poquito y ya se ponen insoportables.
Y luego estamos los yo, prendiendo la mecha, observando, desde la barrera de la neutralidad absoluta… Porque lo mejor que puedes hacer con este tema es decir lo bueno y lo malo, y mostrarte lo más neutral posible (aunque inevitablemente siempre vas a tirar más por un lado que por otro). Hoy, vaya por Dios, les ha tocado el turno a estos últimos, a los insoportables.
¿Sabéis? No existe la guerra de consolas. Lo que hay ahora no es más que marketing puro y duro para ganar primero adeptos y segundo dinero. No paramos de ver por Internet a gente quejándose de la gente que se queja del Game Pass, ¿pero sabéis? Yo apenas he visto nada de esta gente.
Claro, yo no me dedico a citarlos en Twitter diciendo «mirad a este idiota, es una persona, pero vamos a hacer como que son millones«, y nos ponemos otra vez de víctima. Y otra vez. Y otra vez. Y otra vez. Y otra vez hasta que quede claro el mensaje: que el Game Pass mola.
Si eso está genial, ¿pero es necesario todos los días a todas horas quejarse y pelearse siempre por lo mismo? Siempre los mismos argumentos, siempre las mismas discusiones, siempre las mismas peleas… Siempre. Se suponía que el Game Pass nos hacía un favor, pero me temo que eso era en la teoría.