Acabo de pasarme Triangle Strategy y, si queréis conocer mejor el videojuego, aquí podéis leer mi análisis. El juego permite cambiar la dificultad, y sí, de nuevo quiero meterme en las llamas ardientes de los fans del Souls que, hipócritamente, comen macarrones en vez de trigo duro, la verdadera forma correcta de comer pasta.
De las más de 40 horas que me ha durado, solamente en tres misiones (dos de ellas las dos últimas de uno de los tres caminos que tiene el juego) he tenido que cambiar a la dificultad más fácil porque no me apetecía bloquearme y no continuar.
Cierto, la gracia del género Tactics está en diseñar estrat… Digo tácticas perfectas y perder unidades inevitablemente en el combate. No obstante, cuando yo era un niño que volvía del colegio, hacía los deberes, y ya no tenía nada más que hacer, podía dedicar horas, días y semanas al mismo juego sin problemas.
De ese modo Final Fantasy Tactics Advance se me hizo un juego eterno, que recuerdo pasarme una vez y ni una más. Hoy, cuando estoy estudiando un máster, tengo mis cosas de casa y demás de la vida, me es inevitable sentarme a jugar horas para tener esa sensación de «satisfacción que solo los Souls pueden conseguir».
No digo que quién pueda que no lo viva, pero en mi caso es algo que no se me pasa por la cabeza. Y no me siento mal. Me he gastado 47€ en este juego, y lo he amortizado más de lo que uno puede creer, especialmente sabiendo los caminos que me quedan por seguir.
Por lo que, si estás leyendo esto, te animo a que juegues como quieras. ¿Se te hace difícil y no avanzas? Baja la dificultad. ¿Aún así quieres mantenerte en tus trece? Suerte y al toro.