Hoy, día 19 de julio, se cumplen 30 años desde la llegada de la cuarta entrega de la saga de rol por excelencia. Final Fantasy IV debutaba para SNES en 1991, siendo el título de la saga que estrenaba la nueva generación. A pesar de llegar a la treintena, en nuestro país tuvimos que esperar para tenerlo de forma oficial, una espera que acabó gracias al éxito conseguido por la franquicia en siguientes entregas.
Con Final Fantasy IV ya empezó la tónica que haría destacar la saga: una compleja historia que nos mantendría pegados a los mandos para saber que pasaría justo después. Así comenzaba la historia de Cecil Harvey, el Caballero Oscuro al mando de las Alas Rojas, la fuerza de combate especial al servicio de rey de Baronia. Un viaje en el que no solo no tendremos un equipo único, sino que incluso nuestro protagonista luchará por dejar atrás su pasado y sus acciones, y buscará convertirse en Paladin. A lo largo de la historia tendremos un continua baile de personajes, algunos que se nos unirán conforme avancemos, dejándonos y tal vez, retornando a nosotros.
Al igual que FFX, que hoy también está de aniversario, ésta cuarta entrega introdujo un nuevo sistema de combate, el denominado «Batalla en Tiempo Activo», en el que tenemos que actuar en un tiempo determinado, ya que nuestros enemigos no esperarán a que nos decidamos para atacar, consiguiendo unos combates muy dinámicos para la época. Junto con la tecnología y la novedad que suponía la nueva consola de Nintendo, Final Fantasy IV contaba con unos gráficos y animaciones notablemente mejores que las vistas en las primeras entregas en NES. Otra de las novedades técnicas, que afectaba directamente a la trama era la inclusión de tres mundos: La Tierra, el mundo Subterráneo y la Luna, donde transcurría la parte final del juego.
Un portento técnico para su época en el que conoceríamos a una gran cantidad de personajes, cada uno aportando algo distinto al resto. Entre ellos, tenemos a Rosa, la maga blanca y muy cercana a Cecil, nuestro protagonista; Kain, otro pilar que sustenta el juego y cuya relación con su mejor amigo Cecil es muy importante para entender el devenir de los acontecimientos; la joven Rydia, que por los hechos que ocurren al poco tiempo, no tiene mucha más opción que unirse al grupo; Palom y Porom, ambos jóvenes aprendices de mago, cuyos momentos son un alivio cómico para una historia llena de drama; Edward, príncipe de Damcyan, que también se ve afectado trágicamente por la pérdida y también se une al grupo… Incluso tenemos a Cid, personaje recurrente en la saga aunque, por supuesto, diferente del resto, pero siempre encargado de las aeronaves y siendo el mejor piloto. Como curiosidad, su tema musical es mi favorito de todo el juego.
Hablando del apartado musical, el mítico Nobuo Uematsu hizo maravillas como ya venía siendo costumbre en la saga, y como también haría más adelante en las siguientes entregas, ya que su presencia y su manera de hacer música ha sido un pilar fundamental en la mayoría de Final Fantasy de la rama principal.
Si nunca lo habéis jugado y queréis darle una oportunidad, actualmente existen varias versiones del juego, entre las que se encuentra la original para SNES, otra llegada a la primera PlayStation (no son demasiado fáciles de encontrar), para Game Boy Advance, Nintendo DS y cuenta con un remake, lanzado originalmente para PSP, y ahora también disponible para PC totalmente en 3D. Para este remake incluyeron la secuela ‘The After Years’, creada a propósito para la ocasión, siendo la cuarta entrega afortunada con una continuación, como ya pasó con FF X.
A pesar de los años, Final Fantasy IV sigue siendo un genial ejercicio de narrativa, haciéndonos disfrutar de una historia como siempre lo ha hecho la saga y, si nunca le habéis dado una oportunidad… hacedlo en su 30 cumpleaños, ¡nunca es malo llegar tarde!