La saga The Legend of Zelda es, sin duda, una de las más importantes en la historia de los videojuegos. Puede que no todo el mundo haya jugado a alguno de sus juegos pero, al igual que Mario, ya forma parte de la cultura popular. Quién iba a pensar que, más de tres décadas después del lanzamiento del primer juego, Zelda seguiría a día de hoy manteniéndose tan vigente. No es fácil para una saga tan longeva envejecer, sólo el salto de 2D a 3D destruyó no pocas franquicias. Es evidente que la fórmula ha funcionado durante muchos años y, que al igual que algunos títulos de Nintendo, ser conservador hasta ahora ha sido un valor en alza.
La compañía afincada en Kioto siempre ha intentado innovar en cierta forma, ir más allá con cada uno de sus títulos
No podemos obviar que la compañía afincada en Kioto siempre ha intentado innovar en cierta forma, ir más allá con cada uno de sus títulos. El paso del 2D al 3D con Ocarina of Time, el cambio en la jugabilidad e historia de Majora’s Mask o el polémico estilo gráfico de Wind Waker son algunos ejemplos de ello. La calidad siempre ha sido algo indudable en la saga, prácticamente sin excepción.
Pero a medida que pasaban los años y nuevos títulos se iban lanzando, los cambios drásticos, al menos en los juegos de sobremesa, empezaron a ser una minoría. El esquema jugable era prácticamente el mismo, ya fuese por mar (Wind Waker), tierra (Twilight Princess entre otros) o aire (Skyward Sword). Un vasto pero lineal mundo en el que debíamos resolver puzzles dentro de las diferentes mazmorras, acabar con mini jefes y jefes finales y realizar misiones secundarias. Para más inri, normalmente los jefes finales tenían un punto débil, al que había que golpear con el arma que te encontrabas en la propia mazmorra.
Quizás por ello, la saga comenzó a perder cierto fuelle en ventas. Tal vez sea algo injusto decir esto, ya que habría que tener en cuenta un par de factores. Tras el increíble éxito de The Legend of Zelda: Ocarina of Time a todos los niveles, era fácil pensar que el siguiente juego de la saga sería una especie de segunda parte, un más y mejor. Pero en vez de hacer esto, Nintendo sorprendió en su faceta más experimental, siendo Majora’s Mask el preferido de muchos, pero no gozando de la popularidad de su antecesor. Tras esto, y un ya icónico vídeo en la Space World en el año 2000, los usuarios imaginaron un Zelda más grande, realista y adulto, generando una enorme expectación. Todos sabemos que ocurrió a continuación: el lanzamiento de Wind Waker, uno de los juegos más polémicos de la franquicia.
Para el lanzamiento de Wii, la consola que supo atraer a todo tipo de jugadores, decidió lanzar su Zelda más conservador
Echando la vista atrás, parece imposible no enamorarse de su estilo gráfico, de sus personajes cel shading llenos de carisma y de su arrolladora personalidad. Desafortunadamente, y a pesar de que tuvo más éxito de lo que la gente piensa, la comunidad esperaba otra cosa. Esto es lo que marcó un juego que, de haber sido lanzado en otras circunstancias, probablemente hubiese gozado de una mayor popularidad.
Después de esta experiencia Nintendo aprendió, y para el lanzamiento de Wii, la consola que supo atraer a todo tipo de jugadores, decidió lanzar su Zelda más conservador: el que atraía especialmente a un sólo tipo de jugador, el que quería otro Ocarina of Time. No voy a discutir la belleza, epicidad y buen hacer de este título, el cual por cierto gozó de excelentes ventas. Pero creo, sinceramente, que Nintendo fue a lo seguro: un mundo enorme (aunque bastante vacío), más oscuro, con montones de mazmorras (muchas más que en Wind Waker, algo en lo que los fans habían hecho hincapié como uno de los grandes fallos del juego) y misiones secundarias. Twilight Princess era un nuevo Zelda, pero se sentía como algo viejo, algo a lo que ya habíamos jugado, pero mejor (al menos, en teoría).
Quizás por ello, el siguiente título de la saga fue algo… diferente, en cierto sentido. Un mundo menos abierto, más directo, con puzzles más complejos y menos misiones secundarias pero más centradas en la historia. ¿El resultado? Un sinfín de alabanzas pero no demasiadas ventas. Los cambios de Skyward Sword no gustaron a muchos y, a pesar de contar con un parque de consolas enorme, parecía que el juego había llegado cuando nadie le esperaba. El ritmo de ventas de Wii había caído alarmantemente, y ya tenían el lanzamiento de una nueva consola en mente.
A veces llegar en el momento oportuno lo es todo, y ciertos factores pueden influir muy negativamente en juegos menospreciados en su momento y ensalzados posteriormente. Parecía algo claro que cuando la gran N intentaba hacer algo realmente innovador en la saga, no era del gusto de muchos. Pero si continuaba siguiendo el mismo esquema de hace veinte años, no conseguiría crear algo que permaneciera en la mente de los jugadores. Si Ocarina of Time había sido algo especial para muchos es porque, precisamente, no habíamos visto nunca nada igual. Seguir intentando reiteradamente volver a crear algo tan significativo sólo conseguía que retrocedieran cada vez más hacía atrás.
Su impresionante mundo abierto, frescura,físicas y su increíble belleza consiguieron que se convirtiese en el título que consiguió relanzar a la franquicia
Y entonces… llegó Breath of The Wild. No voy a mentir, sé que este juego no inventó la rueda precisamente, y bebe de tantos videojuegos de generaciones anteriores que la lista sería interminable (creo que aquí tengo que nombrar al menos a Skyrim). Su impresionante mundo abierto, frescura, físicas y su increíble belleza consiguieron que se convirtiese en el título que consiguió relanzar a la franquicia. El juego de lanzamiento de Switch consiguió algo fresco e innovador, algo diferente a lo que habíamos jugado hasta ahora. Y eso es mucho decir, teniendo en cuenta que no ofrece algo realmente nuevo, sino que coge lo mejor de muchos de los últimos grandes juegos de anteriores generaciones y los lleva un paso más allá.
La clave de su éxito, sin lugar a dudas, es su sensación de libertad. Poder moverte por cualquier punto del mapa casi desde el principio, perderte a cada momento, interactuar con cada elemento, resolver los mismos puzzles de maneras totalmente diferentes… la sensación de vivir una auténtica aventura sin límites. Una vuelta de tuerca a la saga, que cambia su linealidad, sus grandes mazmorras con jefes finales y sus armas imperecederas por un espíritu mucho más volcado en la improvisación, el subidón de adrenalina y la búsqueda de lo desconocido.
Puede que tenga algunos detractores que preferían un Zelda mucho más purista, más como “los de antes”. Una de esas personas que dicen que “Breath of the Wild no es un Zelda” y… puede que sea cierto. Creo que realmente es un nuevo camino en la saga, un camino lleno de posibilidades. La espera de la secuela se está haciendo realmente interminable, así que sólo podemos intentar imaginarnos que nuevas sorpresas llegarán en el futuro.
Os dejamos de nuevo el tráiler del E3 de la secuela de The Legend of Zelda: Breath of the Wild: