Seré breve (o por lo menos quiero serlo). Llevo mucho tiempo leyendo las que yo conozco como «noticias amenazas». No amenaza en el sentido de que es un peligro, sino en el sentido de «cuidado que como hagas esto pasará lo otro». Y el detonante para este artículo de opinión ha sido la noticia de que, según analistas, los videojuegos podrían (podrían) ser únicamente digitales a partir de 2022.
Podría. «Presuntamente». Una de las palabras que más daño está haciendo al periodismo. «Presuntamente» es una palabra con la que siento una relación de amor y odio. Cuando se usa correctamente me parece estupendo, pero cuando se utiliza esta palabra para atacar, para generar miedo y, por consiguiente, morbo y, de este, visitas, sinceramente no puedo sentir más asco y rechazo absoluto.
Y esta ha sido la gota que ha colmado el vaso. «Oye, que presuntamente en 2022 los videojuegos serían todos digitales». ¿Y si luego no lo son? ¿Y si luego siguen existiendo juegos físicos, incluso con su manual de instrucciones? Muchos «analistos» han augurado la muerte de Xbox One, que tales juegos se anunciarían o aparecerían en X eventos de videojuegos, incluso que Nintendo dejaría de hacer consolas.
¿Estamos locos?
¿Por qué siempre tirar por lo negativo? ¿Por qué siempre tirar del miedo? ¿Así es como queremos educar a los lectores, a la audiencia, todo por las visitas? ¿Merece la pena? Desde luego os puedo asegurar que no, no todo vale. Sí, es verdad, las grandes empresas cada vez venden más cajas vacías que cajas con manuales y demás, pero también es verdad que hay indies que creen en los videojuegos y no solo te dan una caja, sino también un manual de instrucciones, pegatinas… ¡Hasta la BSO!
Y eso las indies, que se supone son pequeñas y no pueden gastar tanto dinero como las grandes. Pero eso ya es economía, ahí no me meto. Lo que quiero decir es que ya está bien de asustar a la gente, ya está bien de decir lo que a uno le viene en gana sin pruebas y sin nada. Ya está bien de que estas prácticas queden impunes. No deseo ningún mal ni quiero que nadie tenga que perder su trabajo por informar, pero sí hay una cosa que quiero pedirles.
Responsabilidad. Es lo mínimo que le pido a una persona que quiere defender sus derechos. Si quieres defenderlos, defiende también tus deberes. No tengo nada más que añadir, salvo una de las mayores verdades que me han dado estos 3 años y medio de experiencia profesional en este mundo: