Cuando hablamos de videojuegos en general les ponemos la etiqueta de hobby, afición, algo con lo que pasar el rato, pero para algunas personas es mucho más que eso: es una escapada de la realidad, un viaje a mundos que nunca podríamos ni imaginar, la entrada a una burbuja que nos separa de todos esos problemas e infortunios que puede tener, generalmente, cualquier persona, aunque a esto recurren mayormente adolescentes.
Y es que, seamos sinceros, el instituto no es un camino de rosas, por mucho que la gente pueda decir que en su día no tuvieron ningún tipo de problema, aún y pese a la cantidad de campañas y charlas que se imponen en los centros sobre el bullying, son muchos los estudiantes que lo sufren. En esta edad, comprendida entre los 13 hasta los 17 años, digamos que estamos más susceptibles y vulnerables con el resto de personas, nos dejamos influenciar o si no, intentamos refugiarnos en algo, pues la relación con nuestros padres no suele ser tan abierta como lo podría ser en primaria.
Ahora es cuando vienen los videojuegos pero ojo, no es que todos los que sean aficionados a esto necesiten ‘refugiarse’ en algo, pero hay un gran número que lo hace. Cuando no hay nada que nos motiva, que nos da fuerzas para levantarnos cada día, estos nos prometen horas y horas de entretenimiento, mil historias y aventuras y por supuesto, nuevos retos. ¿Qué podría ser diferente a la vida real? Nadie te va a juzgar por cómo vistas, por tus gustos, tu físico, tu forma de hablar, etc. Quizás esto cambie un poco en los juegos multijugador, pero no tiene ni punto de comparación.
Claro está que cualquier exceso es malo y si una persona ni si quiera se digna a comer o a hacer cualquier cosa esencial para la vida entonces es cuando tiene un problema, aunque esto llega a ocurrir en cualquier tipo de juego de azar o de apuestas, porque esto es así, cualquier tipo de juego puede llegar a ser adictivo, como las drogas, pero eso no significa que porque yo me beba un par de cervezas todos los días tenga un problema de alcoholismo, pues sé cuando parar y hasta qué punto llegar. Lo mismo ocurre con los videojuegos.
El problema está cuando tus padres o la gente de tu alrededor ven gastar tu tiempo libre jugando como una enfermedad: que si eres un antisocial, que si no tienes vida, que si porque no te vas a ver el fútbol, que si los videojuegos te están comiendo el cerebro… Parece mentira pero aún es mucha la gente que no está en el mundillo que piensa que gastarse dinero y tiempo en esto es una tontería, esto abunda mucho en los padres de cierta edad, -y ni hablemos si eres mujer, aunque esto es otro tema-, ¿pero qué hay de aquella gente que se gasta todo su sueldo en salir los fines de semana? No pasa nada y, ¿sabéis por qué? Porque cada uno tiene sus hobbies, aunque si os diré que es mucho más beneficioso y seguro jugar que beber lo que no está escrito, en ambos casos te puedes olvidar de todos tus problemas, solo que los efectos secundarios pueden ser muy diferentes.
Olvidarse de todo lo malo, mejorar nuestro ánimo, nuestra autoestima, reflejos, relaciones con otros jugadores, aprender idiomas… Estamos ante el mejor antidepresivo jamás creado señores, pero los medios de televisión quieren quitárnoslo a base de desinformación y reportajes amañados tratando de dar una mala imagen al sector, ¿el motivo? Ni idea. Pero antes de prohibir a vuestros hijos o juzgar porque tal persona se dedique únicamente a jugar videojuegos, intentad pasar más tiempo con ellos, compartir esta hermosa afición y ver si de verdad esa persona necesita ayuda de verdad, pues quejándoos, riñéndoles y criticándoles no les ayudaréis en nada.