[Análisis] Shadow Tactics: Blade of the Shogun

En Shadow Tactics: Blade of the Shogun, nos sumergimos en una aventura de ninjas y samuráis. Un interesante reto de estrategia y sigilo.

Usar nuestras habilidades y el entorno será vital para derrotar a nuestros enemigos.

Shadow Tactics: Blade of the Shogun nos lleva al Japón de 1615, en la piel del nuevo Shogun del archipiélago. Pero un nuevo enemigo amenaza desde las sombras, y debemos detenerlo. Por tanto, utilizaremos a nuestros cinco héroes para infiltrarnos tras la líneas enemigas. Así mismo utilizaremos sus habilidades y el propio mapa para eliminar a los enemigos y avanzar.

A lo largo de las trece misiones, tendremos que superar a una inteligencia artificial capaz de suponer un verdadero reto. A pesar de utilizar el clásico sistema de conos de visión, los enemigos son perspicaces con cualquier pista que dejemos. Y es que un ruido, una huella o un enemigo desaparecido en mal momento, harán a los enemigos buscarnos perseverantemente. Por tanto, debemos tener cuidado en todo momento, ya que un paso en falso puede hacer que nos encuentren facilmente. Así, debemos pensar bastante cada movimiento, y repetir varias veces algunas misiones. Una dificultad perfecta que hace del juego un buen reto, que puede tenernos ocupados bastantes horas sin aburrirnos.

Cinco héroes, con habilidades variadas.

Hayato es un asesino infalible, ágil y sigiloso, será el primero de los héroes, presente en la mayoría de misiones.

Mugen es el samurai, lento y fuerte, que compensa su nula agilidad pudiendo enfrentarse a cualquier enemigo.

La jóven Yuki es una aprendiz de ninja y ladrona, experta en trampas y en atraer a los enemigos.

Al igual que Hayato, Aiko es una asesina experta. Sin embargo ella se especializa en el disfraz o las distracciones, lo que nos permite pasar entre los enemigo.

Por último tenemos a Takuma, el anciano tirador, que lleva siempre consigo un tanuki llamado Kuma. Podremos manejar a Kuma para distraer a los enemigos simples, y eliminarlos con el rifle o granadas.

Una estética fantástica, y banda sonora mimética.

A pesar de que los gráficos no son una maravilla, su estética se convierte en un fuerte atractivo del juego. Y es que Mimimi Productions ha conseguido que cada mapa del juego exprese al jugador varias cosas nada más verlo. Primero, la sensación de peligro que supone la clara inferioridad y la tensión por ser descubierto. Esto, expresado en escenarios que ofrecen muchas opciones tácticas, dan al jugador una verdadera sensación de infiltración. Además, la estética, aunque simple, es capaz de sumergir al jugador en un bien representado Japón feudal. Sin embargo, al igual que ocurría en I and Me, la música es completamente mimética. Al principio, la composición resulta agradable, ya que pega con el ambiente de Shadow Tactics: Blade of the Shogun. Sin embargo, al avanzar en el mismo, acabas obviando la banda sonora, ya que se camufla complemente.